La Voz de Galicia publica una noticia sobre el proyecto Avienergy, en donde se pone de manifiesto el problema que puede suponer las deyecciones que se producen en las granjas avícolas. Porque, aunque la forma más común de deshacerse de ellas es utilizarlas como abono natural, lo cierto es que las nuevas normativas sobre fertilización complicarán esta práctica, sobre todo, en zonas con alta carga ganadera. Es por ello que la Fundación Empresa Universidade (Feuga) participa en el proyecto Avienergy, en el que también trabajan Energylab, Demaux Manufacture, Granja José Antonio García Blanco, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura), Avícola El Charcón, Alimentos del Mediterráneo y la Universidad de Vigo. Su objetivo será buscar nuevos usos para esas deyecciones, quemándolas para obtener energía que pueda abastecer a las granjas o convirtiéndolos en abono de calidad.
Christian Di Stasi, investigador del área de Bioenergía de EnergyLab, explica en La Voz de Galicia, que debido a su composición y su contenido en nitrógeno, potasio y fósforo, el estiércol de ave se utiliza comúnmente como fertilizante para suelos agrícolas. Sin embargo, en España existe una legislación que establece la cantidad de nitrógeno por hectárea máxima que pueden ser empleadas en el suelo agrícola. Esto implica que, en zonas de alta carga ganadera, los ganaderos se vean obligados a almacenar el estiércol y gestionarlo de un modo externo, lo que conlleva elevadas emisiones indirectas y un coste adicional.
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